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lunes, 29 de agosto de 2016

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Actividades de Formación (Septiembre - Noviembre 2016)


domingo, 20 de septiembre de 2009

LA TECNOLOGíA DE LA SEGURIDAD BASADA EN LOS COMPORTAMIENTOS

LA TECNOLOGíA DE LA SEGURIDAD BASADA EN LOS COMPORTAMIENTOS

El Factor Humano en la prevención de accidentes
Se reconoce, desde hace mucho tiempo, que las acciones inseguras del trabajador son parte inseparable del proceso que precede a un accidente de trabajo. Por supuesto, ello no quiere decir ni que éstas sean las únicas causas, ni que la responsabilidad del accidente deba recaer sobre el trabajador, aún cuando una acción insegura sea la causa principal del mismo o esté en la cadena causal. Sin embargo, lo que sí es innegable es que están presentes.

La cadena de circunstancias que conduce hacia el accidente siempre va a poseer cierta singularidad, sin embargo, seguramente, encerrará una o varias acciones inseguras que, probablemente, no sea la primera vez que tienen lugar. Esta idea goza de un amplio reconocimiento, pues son muchos los que opinan lo siguiente: las acciones inseguras que forman parte de las causas que producen accidentes, probablemente se están ejecutando en la organización de forma rutinaria por parte de los trabajadores, y probablemente también con el conocimiento explícito o tácito de sus supervisores y mandos intermedios.

Las razones que podemos encontrar son muchas y parten desde la conocida prioridad que tiene la producción ante la seguridad. También influye el hecho, aprendíendo por todos y especialmente por los trabajadores, de que comportarse de forma insegura en parte de sus acciones no significa necesariamente accidentarse. Por supuesto que aparecen lesiones más o menos frecuentemente, dependiendo de la peligrosidad que tiene cada trabajo; pero lo cierto es que los accidentes ocurren en una proporción muy inferior a la ejecución de los comportamientos inseguros.
Parece lógico, por tanto, pensar que disminuyendo el número de todos estos comportamientos inseguros también se disminuiría el número de accidentes. Por ello, gran parte de la gestión de la seguridad laboral se ha encaminado en esta dirección.

Reducir los comportamientos inseguros
El importante objetivo de reducir los comportamientos inseguros ha tenido muchas y diferentes tendencias de actuación por parte de la gerencia. Estas actuaciones se han ido incorporando, poco a poco, en la historia de la gestión de la seguridad. Así, por ejemplo, se generó la vía que llamaremos represiva, en la cual se sanciona al trabajador que es descubierto realizando acciones inseguras. Se alega, contra esta vía, el hecho de que muchas veces el trabajador realiza sus tareas de forma independiente, sin tener todo el tiempo presente al supervisor; o, a veces, también que los mismos supervisores permiten de forma explícita o tácita el comportamiento inseguro porque les reporta consecuencias positivas buenas - producir más, terminar más rápido, evitar la presión de los superiores, etc...-, que se convierten, a su vez, con consecuencias beneficiosas para los trabajadores.

En definitiva, existen muchas oportunidades para violar el comportamiento seguro y también existen otras tantas de simular un comportamiento seguro mientras está presente la persona que tiene capacidad de sancionar. En teoría, la única forma en que la vía represiva funciona de forma consistente es cuando la magnitud de la consecuencia negativa es tan grande que el individuo debe evitarla a toda costa. Pero como no es fácil mantener un a consecuencia negativa muy grande en los contextos laborales, esta vía cada vez tiene menos adeptos en el mundo de la gerencia de la seguridad.

Otra vía para lograr reducir la accidentalidad laboral es el entretenimiento, entendido éste como la enseñanza teórica y la creación de habilidades para desarrollar estos comportamientos seguros. Sin embargo, debemos advertir que si bien esta es una condición necesaria, imprescindible en la reducción del comportamiento inseguro, no resulta una condición suficiente.


Es más, todos sabemos de trabajadores que, conociendo lo que deberían hacer para que el comportamiento fuese seguro y habiendo demostrado que tenían las habilidades para hacerlo, se comportan de forma insegura y, ocasionalmente, se ven afectados por lesiones, producto de un accidente. De nuevo, las consecuencias beneficiosas para ellos de realizar comportamientos inseguros superaron a la rara consecuencia negativa de infrecuente ocurrencia, que es lesionarse. Y esto sucede una y otra vez.

También hay otra vía, que son las reglas y procedimientos de seguridad. Éstas son muy necesarias, aunque muchas veces están sospechosamente redactadas y firmadas por el trabajador, justificando que él las conoce, con el objetivo prioritario de demostrar la responsabilidad en caso de que algo ocurra. Se pueden relacionar varios problemas con las reglas:

- De redacción: cuando dicen todo lo que no se puede hacer en vez de explicar claramente lo que hay que hacer.
- De actualización: es más fácil escribirlas que mantenerlas actualizadas.
- De complejidad: trabajar siguiendo los procedimientos muchas veces significa trabajar con más dificultades.
- De acceso: a veces para realizar un trabajo hay que tener en cuenta varias reglas, algunas de las cuales no están al acceso del trabajador, por lo cual opta por realizar su tarea de la forma en que siempre lo ha hecho.

La vía de la motivación: muchas actividades de gestión de seguridad se encaminan a lograr un cambio de las actitudes de los trabajadores hacia la seguridad. Hay muchas formas específicas, desde campañas de seguridad, concursos, charlas educativas, celebraciones, pequeños y grandes incentivos, etc. Todas ellas son muy válidas conceptualmente, perotampoco resultan suficientes a la hora de reducir los accidentes laborales de forma continua, con tendencia a cero.

Uno de los principales problemas de esta última vía es la falta de control del impacto que se obtiene en las personas. En efecto, es muy difícil medir confiablemente la actitud de alguien, incluso de un grupo de trabajadores. Usted se puede formar un opinión cualitativa del estado de la actitud hacia la seguridad de una persona o de un grupo, pero difícilmente le sea utilidad operativa.

En conclusión podemos decir que ninguna de estas vías logra reducir consistentemente los accidentes e incidentes laborales; pueden disminuir su nivel, sobre todo la última vía, la de motivar (si es ejecutada de forma continua), pero ninguna ha demostrado ser capaz de reducir los accidentes laborales de manera constante.

Por eso la solución más actual consiste en incorporar una nueva herramienta, aunque para lograrlo haya que llegar a medir los comportamientos.

Procesos de Gestión de la Seguridad Basados en los Comportamientos
La idea esencial es medir los comportamientos y ofrecer retroalimentación y reforzamiento positivo, para incorporar así consecuencias positivas que influyan en la modificación de dichos comportamientos.

Una vez definido un comportamiento, éste puede ser observado, se puede registrar la observación y calcular el número de veces que se realiza de la forma esperada. Este porcentaje de comportamientos seguros puede ser obtenido con la frecuencia que se desee. Por ejemplo, se puede observar y calcular el porcentaje de veces que un trabajador realiza de forma segura el comportamiento "mantener la manos alejadas de la sierra a una distancia mínima de 50 cm. mientras la misma esté en movimiento".

Esta medición del comportamiento puede ser realizada, por ejemplo, después de un entrenamiento donde el trabajador aprenda cómo realizar esta labor, se pudiera observar y registrar (medir) unas 3 veces al día y, si el resultado de ayer fuese de un 50%, mientras que el de hoy fue de un 70%, se puede estimar sobre una base cuantitativa que existió una mejora.

La tecnología se basa en que los comportamientos, a diferencia de las actitudes, son observables, por tanto se pueden registrar, cuantificar, y se puede generar un indicador, el cual, por cierto, es prospectivo, con el que se puede hacer gestión de seguridad, antes de que se produzcan lesiones. Se puede emplear asimismo para un comportamiento en particular, con la finalidad, por ejemplo, de completar un entrenamiento dado como se expuso anteriormente, pero la herramienta se puede utilizar también, y es lo usual, para gestionar un conjunto de comportamientos en un lugar de trabajo determinado.


Estos procesos se realizan siguiendo las fases que, a continuación, exponemos:

- El análisis previo de la organización para identificar las condiciones que permitirán diseñar un proceso adecuado a la misma.
- Un estudio de los riesgos y la historia de la accidentabilidad, así como de las reglas y procedimientos para definir cuáles serían los comportamientos críticos hacia la seguridad.
- Un diseño general del proceso, que incluya los procedimientos com las responsabilidades, funciones, indicadores, etc.
- El entrenamiento de un conjunto de observadores que realizarán las funciones que el diseño les asigne.
- La determinación del nivel de referencia, o sea, el estado del que partirá todo el proceso.
- Una intervención dirigida a introducir el proceso a los trabajadores que participarán en el mismo.
- El muestreo de los comportamientos críticos definidos con la frecuencia determinada en el diseño, seguido de la retroalimentación y el reforzamiento positivo según se haya determinado previamente que será realizada.
- El análisis de los resultados de las mediciones y de diseño de un plan de medidas para ahondar en las condiciones y consecuencias que motivan el hecho de que no se logre mejorar consistentemente algunos comportamientos.
- Siguen realizándose de forma cíclica las etapas de cómo entrar en el mejoramiento continuo.

Es de vital importancia tener dos aspectos muy presentes: el primero es que utilizar los datos que se generan sobre los comportamientos para tomar cualquier medida que afecte a los trabajadores, minará muy rápidamente la confianza que ellos mismos poseen en la herramienta y la conducirán a un punto donde resultará muy difícil aplicarla.

El segundo aspecto es que estos procesos deben ser integrados en el Sistema de Gestión de la Seguridad existente en la organización, pero no pueden sustituirlo. Lo que se haya alcanzado hasta el momento por el sistema existente no puede ser perdido, es por ello que estos procesos deberán reforzar lo que ya existe y en ningún caso relegar la importancia de las acciones preventivas que se venían ejecutando.

Existe bastante evidencia empírica de la efectividad de los procesos de gestión de la seguridad basados en los comportamientos, incluso se reporta que se logran típicamente reducciones del número de accidentes que oscilan entre un 25 % - 100 %.

Para profundizar en este importante tema se puede consultar una abundante bibliografía, por ejemplo: Austin et al., 1996; Geller, 2002; Krause et al., 1997; Laitienen y Ruohomaki, 1996; Montero, 1995; Montero, 2003; Ray y Bishop, 1997.

Referencias Bibliográficas
1.Geller, ES, (2002) The Participation Factor. How to increase Involvement in Occupational Safety, American Society of Safety Engineers, Illinois, EEUU.
2.Krause, T. R., Hidley, J. H., y Hodson, S. J. (1996). The behavior-based safety process: Managing involvement for an injury free culture (Segunda Edición). New York: Van Nostrand Reinhold.
3.Austin, J., Kessler, M.L., Riccobono, J. E., y Bailey, J. S. (1996). Using feedback and reinforcement to improve the performance and safety of a roofing crew. Journal of Organizational Behavior Management, 16 (2), 49-75.
4.Laitinen, H., & Ruohomaki, I. (1996). The effects of feedback and goal setting on safety performance at two construction sites. Safety Science, 24, 61-73.
5.Montero, R. (1995). Psicosociología preventiva aplicada a la accidentabilidad laboral. Estudios Empresariales, 88 (2), 64-68.
6.Montero, R (2003) Siete principios de la Seguridad Basada en los Comportamientos. Prevención, Trabajo y Salud, 25, 4-11.
7.Ray, P. S., y Bishop, P. A. (1997). Efficacy of the components of a behavioral safety program. International Journal of Industrial Ergonomics, 19, 19-29.

Ricardo Montero Martínez, Profesor y Consultor en Seguridad y Ergonomia Ocupacional. *

* Facultad de Ingeniería, Instituto Superior Politécnico "José A. Echevarría La Habana", Cuba



domingo, 23 de agosto de 2009

Riesgos Laborales en la Enseñanza

Riesgos Laborales en la Enseñanza

Algunos de los riesgos que vamos a señalar, así como su interdependencia, afectan a todos/as los profesionales que trabajan en la enseñanza, tanto docentes como no docentes, y derivan en problemas y patologías como trastornos musculoesqueléticos, estrés y ansiedad, desarrollo de alergias, procesos infecciosos o falta de estabilidad en el empleo. Otros, sin embargo, afectan especialmente a colectivos como el de las y los docentes (problemas de la voz o de tensión y desgaste emocional), o los trabajadores/as laborales de los centros (exposición a sustancias peligrosas, trastornos musculares).

Todavía hoy, socialmente persiste la idea de que quienes trabajamos en la enseñanza no nos enfrentamos a riesgos especialmente dañinos. Sin embargo, cada año se publican datos como los del Informe del Consejo Escolar del Estado, y se realizan estudios en sindicatos como los que realizamos en la Confederación de STEs-Intersindical, que ponen de manifiesto la persistencia de patologías específicas entre los trabajadores del sector que afectan a las personas, que terminan enfermando, ocasionan un gasto social al demandar recursos sanitarios o contratación de sustitutos/as y minan la calidad del servicio público y de la enseñanza que prestan estos trabajadores/as. Además, al ser enfermedades que se van generando en un espacio temporal muy grande, suelen escapar a la relación evidente de causa efecto que tienen, por ejemplo, los accidentes, y al no ser reconocidas como enfermedades profesionales1, derivan hacia quienes las padecen todos los gastos de rehabilitación y recuperación de dolencias que son ocasionadas con motivo del desempeño del trabajo. Si a esto añadimos que la vigilancia de la salud a través de los reconocimientos médicos no se hace de forma sistemática y específica hacia los riesgos propios de nuestro entorno laboral, se completa un círculo que evita poder tomar las medidas preventivas adecuadas.

Desde STEs-I queremos señalar ahora algunos ámbitos y aspectos que a nuestro juicio conforman las principales manifestaciones de riesgos en nuestro sector.


Estabilidad laboral en el empleo
El grado de certidumbre de la continuidad en el puesto de trabajo de algún profesorado provoca serias deficiencias en el equilibrio entre el esfuerzo que exige su trabajo y las compensaciones que les aporta. Esto es evidente en el caso del profesorado interino.

Otros trabajadores de la enseñanza que desempeñan tareas que les exigen el uso de vehículos en diferentes puntos geográficos (itinerantes) tienen un perfil profesional muy diferente: inspectores/as, coordinadores/as, psicopedagogos/as, conserjes, sindicalistas, tutores/as de prácticas, etc. Estos colectivos corren una serie de riesgos, que deberían ser asumidos por la Administración y/o la empresa, soportándolos sobre sus propios vehículos y sobre su salud, percibiendo a cambio cantidades compensatorias claramente insuficientes.


Problemas de seguridad y de higiene industrial (Maquinarias, equipos, sustancias, manipulación de cargas, lugares de trabajo,...)
El 27% de los centros españoles suspendía en seguridad este año según el estudio de Consumer-Eroski, aunque mejoraba de forma notable respecto a otra investigación que realizaron en 2003 donde el porcentaje suponía el 68%. Este estudio refleja deficiencias de seguridad como rejas en las ventanas sin apertura interior aunque reconoce progresos en seguridad en los espacios abiertos (patios, canastas, porterías), e interiores (aulas, aseos, comedor, gimnasio).

Sin embargo, todavía existen muchos riesgos sobre los que es exigible una actuación preventiva y que en otras ocasiones la Confederación de STEs (Ortolá, 2003) hemos señalado: los referidos como inherentes a otros lugares de trabajo (patios, porches y espacios con suelos a distinto nivel que propician caídas, escaleras que no cumplen las medidas, existencia de tarimas en algunas clases, pisos resbaladizos, deficiencias en anclajes de porterías y canastas, barreras arquitectónicas, vehículos circulando en el interior de los patios en momentos de obras, puertas de accionamiento motorizado sin mecanismos de paralización,…); lo que se refiere a las maquinarias y equipos de trabajo (carecen de indicativo CE, no hay mantenimiento programado, las pantallas de visualización no cumplen la guía técnica, máquinas utilizadas por el alumnado en talleres y laboratorios que no cumplen la normativa,…); los riesgos de la manipulación de cargas (carencia de evaluación de riesgos, inexistencia de medios técnicos como carretillas o montacargas, falta de formación en técnicas de manipulación y en técnicas,...); los riesgos por instalaciones eléctricas, calderas y botellas de gases (ausencia de tomas de tierra e interrupciones diferenciales, falta de aislamiento suficiente, deficiencias en las calderas y en la conducción de gases, ubicación inadecuada y sin protección de productos y materiales inflamables,…); los riesgos de las sustancias y contaminantes químicos y biológicos (deficiencias en almacenaje y etiquetado, residuos sin recogida adecuada,…); los riesgos de ventilación, climatización, ruidos e iluminación (falta de aislamientos acústicos, temperaturas inadecuadas, falta de luz natural,…); los riesgos exteriores como los emergentes (radiaciones electromagnéticas por antenas de telefonía móvil en cercanías de centros educativos,…); o deficiencias en los planes de emergencia y de autoprotección.


Trastornos musculoesqueléticos (movimientos repetitivos, sobrecarga muscular -voz-,...)
Esguinces, hernias, dolores musculares, lumbalgias, dolores osteo-musculares, problemas en las cervicales,… En todas las encuestas nacionales y autonómicas sobre condiciones de trabajo, estas afecciones ocupan los primeros puestos entre las dolencias que muestran las personas encuestadas. Asociadas tradicionalmente a trabajos "duros", "repetitivos" o "pesados", combinadas con otros riesgos, toman forma en muchas ocasiones de manera aguda ante un sobreesfuerzo. Pero en muchos sectores, como el que nos ocupa, se van manifestando a lo largo del tiempo de forma lenta y progresiva. Pensemos en los esfuerzos físicos que habitualmente realizan los trabajadores subalternos de los centros educativos en algunas de sus tareas; los movimientos repetitivos a lo largo de su vida profesional de las profesoras de Educación infantil al ponerse a la altura de los niños y niñas de tres y cuatro años; las tareas de educadores/as que se adaptan a las necesidades del alumnado con necesidades educativas especiales, ayudándoles en el transporte, la comida, el aseo, el control de esfínteres, las actividades escolares,… (Andrés, Piera y Llorca, 2003); la sobrecarga y la repetición de actividad muscular del profesorado de Educación Física a lo largo de todo su horario laboral y de su vida profesional. Son sólo algunos ejemplos que ponen de manifiesto riesgos como el mantenimiento de posturas forzadas, las sobrecargas musculares o los movimientos y esfuerzos repetitivos. En los centros educativos se hace necesaria la prevención a través de una nueva organización del trabajo que contemple la adecuación de los períodos esfuerzo-pausa en tareas prolongadas, el reparto y el compartir cargas y tareas, etc.; una adecuación de los puestos de trabajo modificando el mobiliario con criterios ergonómicos de forma que permita la realización de posturas correctas y sin riesgo en cualquier dependencia del centro, evitando así posturas forzadas; el diseño y construcción de los espacios de los centros educativos desde criterios preventivos y ergonómicos, pensando en lugares para la relajación, la coordinación y la programación, el encuentro interpersonal y el descanso; favoreciendo medios mecánicos para los desplazamientos de cargas y de personas (grúas, ascensores, carga y descarga del autobús de alumnado con necesidades,…); dando formación a las personas adultas e insertándolas curricularmente con el alumnado, para la prevención de las dolencias musculoesqueléticas; diseñando y poniendo en marcha acciones de discriminación positiva hacia las mujeres trabajadoras de la enseñanza, que eviten la sobrecarga que suponen las dobles o triples jornadas para ellas.


Ansiedad y estrés (complejidad, carga de trabajo,...)
Es conocido que los factores de riesgo psicosocial en el ámbito laboral y su permanencia en el tiempo en el entorno de trabajo, pueden hacer que aparezca el estrés y que se cronifique con los consiguientes daños para la salud. Ya no es posible ocultar la incidencia del estrés y de otras patologías psíquicas entre las causas de bajas laborales entre docentes, aunque desde ámbitos sindicales seguimos pidiendo insistentemente que se modifique el sistema de catalogación y recogida de las bajas para tener una forma más directa de relacionar estas dolencias con las situaciones de actividad profesional docente y así poder planificar y realizar las acciones preventivas.

Desde diferentes marcos conceptuales se identifican hoy como principales riesgos en el sector de la enseñanza las fuertes exigencias psicológicas que plantea el desempeño de la tarea docente, la falta de apoyo social que esa labor recibe y el desequilibrio que se manifiesta entre el esfuerzo que muchos profesionales ponen y las escasas compensaciones que reciben.

Más allá de la vieja falacia de centrar la prevención sobre las diferencias individuales de afrontamiento entre quienes trabajamos, las situaciones de riesgo para la salud son peligrosas en sí mismas, al margen de la complejidad que les puedan aportar la singularidad de los individuos. Como señalaba Artazcoz (2003), entre fumadores unos enferman de cáncer y otros no, y no por eso cuestionaríamos el riesgo de ese hábito. La prevención debe dirigirse a eliminar o minimizar las situaciones de riesgo que incrementan el estrés y la ansiedad entre los y las docentes: entornos físicos hostiles (niveles de ruido que favorecen el nerviosismo y reducen la concentración, temperaturas inadecuadas en las aulas, reflejos en las pizarras, pizarras digitales peligrosas, fluorescentes que parpadean, falta de ventilación en las clases, mobiliarios inadecuados,…), existencia de una organización del trabajo con espacios patógenos (salas de profesorado multiusos sin lugares para el descanso, el encuentro y la preparación de las clases), aumento de la exigencia social sobre el sistema y emocional sobre el profesorado con el aumento de la carga de trabajo de cada docente (horario lectivo, número de alumnos/as por aula, número de grupos a su cargo, complejidad del alumnado, conflictividad del alumnado, falta de personal especializado y de apoyo, irracionalidad de los horarios, falta de personal administrativo en todos los niveles educativos, carencia de tiempos de encuentro para los equipos docentes, falta de momentos de pausa reales,…) carencia de apoyo social hacia la labor docente (falta de apoyo entre compañeros y de superiores, falta de apoyo por parte de las familias y la sociedad, inadecuada gestión de los conflictos, carencia de colaboración de las familias, falta de participación de los colectivos de la comunidad educativa, inadecuada gestión de la convivencia interpersonal y del liderazgo en los grupos, etc.).


Violencia laboral (mobbing, agresiones de usuarios y entre iguales,...)
Recientemente se han venido conociendo situaciones de violencia laboral en las que los usuarios de la enseñanza, como el alumnado o en algunos casos sus familiares, han protagonizado con trabajadores docentes y no docentes episodios de violencia física, verbal o amenazas e intimidaciones vejatorias que menoscaban, en mu-chas ocasiones en público y en el propio lugar del trabajo, la autoridad moral del trabajador/a y ponen en riesgo su integridad física. Igualmente son conocidas las situaciones de acoso laboral a trabajadoras y trabajadores de la enseñanza. En algunas ocasiones vienen ocasionadas por individuos especialmente dispuestos a conductas de abuso y dominación, en otras por una falta de gestión del liderazgo y de los conflictos adecuados y, en otras, por la presencia de grupos enfrentados por conflictos que terminan escalándose hasta violencia dirigida hacia una víctima. También el acoso escolar, aunque no es un riesgo laboral, sí se pone de manifiesto en el marco escolar a través de modelos de actuación, de relación y de abuso del poder, cuya prevención y abordaje obligan a los trabajadores/as de la enseñanza a demostrar y ser depositarios de unos valores contrarios a la dominación, la sumisión y el abuso. Finalmente, también queremos sólo mencionar esas formas de violencia organizacional que permiten que sucedan.

La prevención pasa por reforzar los vínculos de los usuarios del sistema con el mismo, aumentar la valoración social de los trabajadores de la enseñanza en la sociedad (campañas institucionales de sensibilización y refuerzo de la labor de los trabajadores de la enseñanza) y propiciar espacios para la convivencia (actividades conjuntas de conocimiento y cogestión), la formación (escuelas de padres y madres, escuelas de prevención), la resolución de los conflictos (modelos de gestión de los conflictos, mediación social y escolar) y la participación entre usuarios del sistema y trabajadores (consejos escolares y de barrio), diseñando protocolos de actuación ante el acoso laboral y escolar y poniendo en marcha medidas educativas en las familias y en los centros educativos que constaten que la violencia nunca puede ser la solución a los problemas.

Todos los riesgos señalados suponen para la Confederación de STEs-I un caldo de cultivo en los entornos laborales que afectan directa y negativamente a las condiciones de trabajo de los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza. Estos, en el desempeño de su tarea, se enfrentan a situaciones que deben ser identificadas, evaluados sus riesgos y establecidos los planes de prevención, que eviten que al cabo sucedan los accidentes laborales y se produzcan enfermedades profesionales que, todavía hoy, no les son reconocidas.


La evaluación de riesgos es el primer paso

La evaluación de riesgos es el primer paso

La evaluación de riesgos es la base del proceso de gestión de riesgos. Permite a las empresas determinar qué medidas deben adoptar para mejorar la salud y la seguridad en el trabajo, además de la productividad.

La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) ha creado una campaña a escala europea que se centra en la evaluación de riesgos. La campaña está especialmente dirigida a pequeñas y medianas empresas (PYME) de los sectores de alto riesgo.

Desde la adopción de la Directiva marco europea en 1989, la evaluación de riesgos se ha convertido en un concepto familiar en el ámbito de la organización de la prevención en el trabajo, y cientos de miles de empresas de toda Europa evalúan los riesgos con regularidad.

Sin embargo, las cifras relativas a accidentes y enfermedades laborales demuestran que es necesario introducir mejoras. Cada año, millones de personas en la UE sufren lesiones o daños graves en su salud en el trabajo.

• Cada tres minutos y medio, muere una persona en la UE por causas relacionadas con el trabajo. Esto significa que se producen casi 167.000 muertes al año debido a accidentes laborales (7.500) o enfermedades profesionales (159.500).

• Cada cuatro segundos y medio, un trabajador de la UE sufre un accidente que le obliga a quedarse en casa al menos tres jornadas laborales. El número de accidentes laborales que ocasionan una baja de tres días o más es enorme, más de 7 millones al año.

Además, las enfermedades y los accidentes laborales son costosos.

• El coste humano para los trabajadores y sus familias: tras estas estadísticas hay personas de verdad, cada una con su propia historia.

• El coste para las organizaciones: cuando algo va mal en el trabajo, afecta a la productividad de la empresa; los accidentes y las enfermedades laborales originan gastos; aumentan los índices de baja por enfermedad y de rotación; y la plantilla está menos motivada.

• El coste para el gobierno: los accidentes y las enfermedades suponen una carga enorme para el sistema sanitario.

Una evaluación de riesgos adecuada ofrece ventajas a la empresa:

• La creación de condiciones de trabajo seguras permite a las empresas recortar gastos originados por accidentes y enfermedades laborales.

• Una evaluación de riesgos adecuada contribuye a disminuir los índices de baja por enfermedad y a reducir las primas de los seguros al haber menos reclamaciones.

• Una plantilla motivada es más productiva y eficiente, y disminuye los índices de rotación de personal. Todo esto contribuye a que la empresa sea más competitiva.

La evaluación de riesgos: la clave para unos trabajos saludables

La evaluación de riesgos es la base del enfoque europeo para la seguridad y la salud en el trabajo y existen buenas razones para ello. Si no se evalúan ni se abordan los riesgos de una manera adecuada, no es posible iniciar un proceso de gestión idóneo de los mismos y no se podrán adoptar las medidas de prevención apropiadas. Por lo tanto, una evaluación de riesgos sistemática mejora la seguridad y la salud en el trabajo y el rendimiento general de la empresa.

La evaluación de riesgos es el proceso consistente en evaluar los riesgos para la salud y la seguridad de los trabajadores derivados de los peligros existentes en el lugar de trabajo. Es un examen sistemático de todos los aspectos del trabajo para determinar:

• qué podría causar lesiones o daños,

• si es posible eliminar los peligros y, si no es el caso,

• qué medidas de prevención y de protección se han adoptado, o deberían adoptarse, para controlar los riesgos.

Cuando se determina un riesgo, lo primero que hay que pensar es si es posible eliminar el riesgo. De no ser así, deben controlarse los riesgos.

Trabajos saludables: Bueno para ti. Buen negocio para todos. Una campaña europea sobre evaluación de riesgos


Contexto


En 2004, se publicó una Comunicación de la Comisión Europea sobre la puesta en práctica de la Directiva marco 89/391 y sus cinco primeras directivas individuales. Este documento subrayaba la necesidad de difundir la tarea de la evaluación de riesgos. Destacaba también la necesidad de mejorar la puesta en práctica y la calidad de la evaluación de riesgos.

• Las tareas de evaluación de riesgos, documentación y supervisión no están universalmente extendidas, incluso en Estados miembros con una tradición basada en la prevención.

• La evaluación de riesgos se considera a menudo una medida "de una sola vez" y no se hace de manera continuada.

• Los riesgos no se analizan ni se evalúan colectivamente. Por tanto, se adoptan medidas independientes, pero no existe un enfoque integral para el examen de las condiciones en el lugar de trabajo.

• En las evaluaciones de riesgos superficiales, la atención se centra en determinar los riesgos evidentes e inmediatos y se olvidan los efectos a largo plazo como, por ejemplo, los causados por sustancias químicas.

• Los riesgos psicosociales y los factores asociados a la organización del trabajo pocas veces se tienen en cuenta en la evaluación de riesgos.

• Las empresas no supervisan debidamente la eficacia de las medidas adoptadas.



Objetivos de la campaña

La evaluación de riesgos puede suponer un reto, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas, pero no tiene por qué ser así. Los objetivos de la campaña sobre evaluación de riesgos son:

Crear conciencia de la responsabilidad legal y la importancia y necesidad práctica de evaluar los riesgos en el lugar de trabajo. La evaluación de riesgos no es un objetivo en sí, sino una poderosa herramienta para determinar la necesidad de adoptar medidas de prevención.

Desmitificar el proceso y demostrar, sobre todo a las PYME, que la evaluación de riesgos no tiene por qué ser una tarea complicada, burocrática, ni para expertos.

Promover un enfoque en cinco pasos para la evaluación de riesgos (ver más adelante).

Animar a las empresas a realizar su propia evaluación de riesgos, si cuentan con personal competente en el lugar de trabajo.

• Hacer hincapié en que la evaluación de riesgos es un proceso continuo y no una obligación de una sola vez.

• Subrayar el hecho de que la calidad cuenta (y que es importante documentar, controlar y revisar la evaluación de riesgos).

• Promover la evaluación de riesgos participativa, implicar a todo el mundo en el lugar de trabajo en la evaluación de los riesgos.

Promover las buenas prácticas, que son transferibles y contribuyen a facilitar el proceso.

Evidentemente, el objetivo final es contribuir a la reducción del número de personas que se lesionan o dañan su salud en el trabajo, ahora y en el futuro.

El enfoque en cinco pasos
Para la mayoría de las empresas, un simple enfoque en cinco pasos para la evaluación de riesgos resulta idóneo. Con todo, existen otros métodos igual de efectivos, sobre todo si se dan circunstancias y riesgos más complejos.

Paso 1: Determinar cuáles son los peligros y los trabajadores en situación de riesgo
Examinar lo que podría causar daños en el entorno de trabajo y determinar qué trabajadores podrían estar expuestos a estos peligros.

Paso 2: Evaluación de los riesgos y asignación de prioridades a los mismos
Evaluar los riesgos existentes (gravedad, probabilidad, etc.) y asignar prioridades por orden de importancia. Es esencial dar prioridad al trabajo necesario para eliminar y prevenir riesgos.

Paso 3: Decisión sobre las medidas de prevención necesarias
Determinar las medidas adecuadas para eliminar o controlar los riesgos.

Paso 4: Adopción de las medidas
Adoptar las medidas de prevención y de protección con un plan de asignación de prioridades (probablemente no se puedan resolver todos los problemas de manera inmediata) y especificar quién hace qué y cuándo, cuándo ha de completarse una tarea y los recursos destinados a la puesta en práctica de las medidas.

Paso 5: Seguimiento y revisión
La evaluación ha de revisarse periódicamente para garantizar que sigue teniendo vigencia. Ha de revisarse cuando tengan lugar cambios importantes en la organización o a raíz de los resultados de la inspección de un accidente o "incidente".



Estrategia de la campaña

Con la campaña sobre evaluación de riesgos (2008-2009), la EU-OSHA se embarca por primera vez en un ciclo de campaña de dos años. El propósito de este cambio es hacer que las campañas logren de una manera más eficaz los objetivos de la Estrategia Comunitaria de Salud y Seguridad en el Trabajo 2007-2012.

Extender el periodo de la campaña de la Semana Europea a dos años proporciona más tiempo para la preparación y el seguimiento, así como la planificación de la estrategia de la campaña y el encargo de nuevo material, su traducción, producción y distribución.

El éxito de la campaña depende del apoyo y la colaboración de un amplio abanico de partes interesadas y socios, entre los que se cuentan los centros de referencia de la EU-OSHA, que suelen ser las organizaciones de salud y seguridad nacionales de los distintos Estados miembros. Por lo tanto, el nuevo modelo es una campaña basada en los contactos. Esto da más tiempo para el seguimiento, sobre todo la promoción de buenas prácticas, y para crear más asociaciones.

La campaña está también diseñada para implicar a un amplio abanico de empresas y organizaciones en la difusión del mensaje a sus proveedores, personal contratado y vecinos, y animarlos a participar. A las grandes empresas sobre todo les interesa ayudar a las más pequeñas en su cadena de suministro, y colaborar compartiendo su experiencia y conocimientos.

La campaña cuenta con el apoyo de las presidencias de la UE eslovena y francesa en 2008 y checa y sueca en 2009, el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y los interlocutores sociales europeos.


La prevención de TME en el colectivo profesional de auxiliares de geriatría

La prevención de TME en el colectivo profesional de auxiliares de geriatría

Las residencias de personas mayores acogen aquellos ancianos y ancianas cuyas circunstancias familiares y personales (por ejemplo, no disfrutar de un grado de autonomía suficiente para realizar actividades de la vida diaria) requieren la sustitución del hogar.

Muchas veces, estos centros constituyen un referente en el entorno vecinal donde se ubican. La organización de las residencias de personas mayores se basa en un modelo convivencial, que combina distintas actividades destinadas a favorecer la autonomía personal de los residentes y las relaciones entre éstos y su entorno. El modelo citado confiere una mayor importancia a la actividad asistencial, seguida de otras actividades sanitarias, preventivas y rehabilitadoras.

Los profesionales de atención directa llevan a cabo gran parte de las actividades citadas. En este grupo, los colectivos laborales de auxiliares geriátricos y auxiliares sanitarios realizan la mayor parte de tareas consideradas de mayor riesgo de lesión del sistema musculoesquelético, según las investigaciones especializadas.

Llamamos trastornos musculoesqueléticos (TME) al conjunto de patologías dolorosas de músculos, tendones y nervios. Las causas de las patologías son diversas, pero en el trabajo se relacionan especialmente con los movimientos repetitivos y las posturas forzadas. El dolor se produce durante el desarrollo de la actividad laboral y a menudo se mantiene durante los periodos de descanso.

He aquí una clasificación de los TME relacionados con la actividad sanitaria:

• Inflamaciones de tendones y músculos:
- Tendinitis.
- Bursitis.

• Deterioro de cartílagos y huesos:
- Algunas osteoartritis.
- Problemas de columna.
- Problemas de compresión del nervio, como el síndrome del túnel carpiano.

Estudios realizados por la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo demuestran que el sector profesional de la asistencia sanitaria y social presentan el segundo índice de incidencia más elevado de TME, detrás únicamente del sector de la construcción1.

La VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (ENCT), elaborada entre una muestra significativa de población laboral en el Estado español el año 2006 ofrece los siguientes datos objetivos:

• Un 74,2% de los trabajadores encuestados manifiesta sentir molestias en zonas de cuerpo que achaca a posturas y a esfuerzos derivados del trabajo.

• De los encuestados, el colectivo que más molestias manifiesta a este respecto es el del sector sanitario (un 80,7% manifiesta molestias de tipo musculoesquelético). Cabe recordar que dentro de este sector se incluyen los auxiliares de clínica, de geriatría y domiciliarios).

• Las molestias que se manifiestan con mayor frecuencia se localizan en la parte baja de la espalda (40%), nuca-cuello (27%) y parte alta de la espalda (26,6%).

• De nuevo, es el personal sanitario el que manifiesta mayores molestias en la zona nuca-cuello (un 40,7% de los encuestados del sector)2.

En las residencias geriátricas públicas de Catalunya, el colectivo de auxiliares de geriatría representa más del 60% de los trabajadores. También son los que más se accidentan: del total de accidentes con baja comunicados por las residencias públicas, el 49,48% correspondía a los auxiliares de geriatría. La mayor parte de comunicados de accidente con baja de este colectivo daban como causa del accidente de trabajo el sobreesfuerzo físico (un 63,89%)3.

La literatura especializada se refiere a la conjugación de factores diversos para determinar las causas que pueden motivar los TME en los profesionales de atención directa a residentes geriátricos.

Factores asociados al ejercicio de la profesión

La movilización manual de personas (MMP), tal como:

• Transferencias, movilizaciones y cambios posturales de personas encamadas o sentadas.

• Higiene personal de personas encamadas en su propia habitación (cambio de pañales, lavado en la bañera geriátrica, etc.) o en el cuarto de baño (higiene en el WC, en la silla o cabina de baño, etc.)

• Dar de comer a personas sentadas o en cama.

• Acompañamiento a la deambulación de personas que pueden caminar.

Otras tareas relacionadas con la gerocultura: hacer las camas, ocupadas o no; trasladar carros de ropa, comida, medicamentos; llevar sillas de ruedas; transportar bañeras geriátricas y manipular otras ayudas técnicas.

La MMP comporta los siguientes "estresores ergonómicos":

• Esfuerzo físico, que consiste en la fuerza necesaria para llevar a cabo un trabajo o para mantener el control sobre el equipo y las herramientas de trabajo. En este sentido, mantener el control de personas puede comportar un sobreesfuerzo en el caso de reaccionar ante movimientos imprevistos o caídas de las personas residentes. El movimiento que un auxiliar geriátrico realiza para evitar la caída o para sujetar un anciano suele ejecutarse de manera rápida y en posturas poco o nada adecuadas, con lo que el riesgo de sufrir una lesión aumenta sensiblemente.

• Repeticiones: realizar la misma serie de movimientos continuamente y frecuentemente. El trabajo del auxiliar de geriatría está lleno de pequeños movimientos repetidos a lo largo del día.

• Posturas forzadas: la realización de posturas que estresan el cuerpo, especialmente movimientos forzados de la espalda, llevan al límite los mecanismos de protección y compensación. Por ejemplo, cargar la espalda mientras se lleva una silla de ruedas, se realiza la higiene a un anciano, se hace la cama, o realizar giros forzados de espalda mientras se mueve una persona residente.

Factores relacionados con la organización del trabajo

Estudios de la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo demuestran que determinados condicionantes laborales actúan sobre el individuo desde el punto de vista psicosomático y pueden intensificar los síntomas de los TME4. Algunos de estos condicionantes laborales son:

• Ritmo de trabajo: cuanto más alto es el ritmo de trabajo en los entornos sanitarios, mayor es el riesgo de lesión de espalda. Trabajar con prisas significa trabajar a más velocidad y no siempre respetando los protocolos establecidos para la movilización de pacientes.

• Ejercicio de tareas monótonas y repetitivas: estudios especializados demuestran que los trabajos monótonos o repetitivos acumulan más tensión que los trabajos mentales. Un ejemplo: el músculo trapecio, situado a ambos lados de la parte trasera del cuello, acostumbra a sufrir los efectos de la tensión psicológica (se endurece, se vuelve doloroso al tacto, etc.). Si añadimos la repetitividad a la velocidad, la percepción de fatiga física aumenta sensiblemente.

• Escasa flexibilidad en el horario laboral: éste es un condicionante muy relacionado con la autonomía en el lugar de trabajo y con la capacidad de organizarse las tareas. Está científicamente demostrado que los puestos con horarios laborales estrictos, con escasa posibilidad de organizar los períodos festivos (vacaciones, asuntos personales, libre disposición) constituyen una fuente importante de estrés.

• Tipología de regímenes salariales: el sueldo constituye una de las compensaciones más importantes del trabajo. Si uno llega a la conclusión que no compensa el esfuerzo realizado por el trabajo, caemos en una percepción negativa de la satisfacción laboral, factor psicosocial de riesgo.

Factores psicosociales

Pese a que hay evidencias científicas de la relación entre los factores psicosociales y las enfermedades de origen cardiovascular, no resulta tan evidente la relación entre aquellos y el riesgo de lesiones en el sistema osteomuscular. No obstante lo anterior, existen estudios que correlacionan algunos aspectos psicosociales con las alteraciones del sistema músculo-esquelético. Pueden resumirse en los siguientes:

• Satisfacción en el trabajo: las personas insatisfechas con las tareas que realizan manifiestan un riesgo superior de sufrir enfermedades relacionadas con el estrés que las que se consideran satisfechas. La insatisfacción puede provocar menosprecio por el riesgo asumido, no uso de técnicas de movilización correctas, más tensión muscular, etc.

• Apoyo social en el trabajo: las malas relaciones laborales impiden la comunicación entre compañeros de trabajo y constituyen una importante fuente de estrés.

• Control del tiempo de trabajo: muy relacionado con la escasa flexibilidad en el horario laboral. El trabajador o la trabajadora no puede establecer por sí misma el control del tiempo de trabajo, porque éste depende de factores externos (horas de los desayunos, baños, paseos, etc.).

Factores individuales

• Edad: este factor va muy unido a los años durante los que una persona desarrolla el mismo trabajo. Por ejemplo, de los comunicados de accidente laboral con baja de las residencias públicas de personas mayores recibidos durante el año 2006, el número más elevado corresponde a trabajadores en edades comprendidas entre los 36 y los 45 años (36,05%) y 46-55 años (39,53%)5.

• Género: estudios realizados por instituciones y organismos de prestigio internacional demuestran que las mujeres sufren con más frecuencia que los hombres lesiones en el sistema musculoesquelético. Pero la explicación científica no es demasiado evidente. Según los modelos tradicionales, se mencionan las diferencias biológicas en las dimensiones, la fuerza muscular y la capacidad aeróbica de las mujeres hacia los hombres. Últimamente, se han añadido a estas diferencias variables psicosociales, por ejemplo, la doble presencia de las mujeres en el trabajo y en la casa, la distribución del mercado de trabajo (en el caso que nos ocupa, el porcentaje de mujeres auxiliares de geriatría es de un 98%) y la reacción más evidente de las mujeres ante un clima laboral nocivo o poco favorable.

• Formación y conocimientos previos al ejercicio de la tarea: si una persona no conoce las técnicas de movilización, lo hará tan bien como sepa pero ello no garantiza que lo haga correctamente. En este sentido, proporcionar una formación completa y cuidadosa al personal que tiene que realizar movilizaciones manuales de personas es fundamental para reducir el número de lesiones de espalda. Por otro lado, los trabajadores que dominan las técnicas de movilización de personas en general sufren menos lesiones, o éstas son menos graves y se producen más tardíamente en el tiempo que las personas que desconocen estas técnicas.

• Forma física: disfrutar de una musculatura fuerte es muy importante para afrontar las demandas que provoca la movilización manual de personas. Cuando se sobrepasa el límite de la tolerancia de las estructuras de la espalda, éstas se vuelven más susceptibles de sufrir lesiones del sistema musculoesquelético. En este sentido, mantener una higiene postural correcta cuando se lleva a cabo la movilización manual de personas es importante, ya que, aunque no impide las lesiones de espalda, sí que retrasa su aparición.
No obstante lo dicho, debe tenerse en cuenta el componente genético, ya que cada persona, independientemente de otros factores (como la edad y el género) tiene una musculatura de distinta calidad.

Para prevenir el impacto de los TME de origen laboral, en primer lugar es necesario evaluar los puestos de trabajo con una metodología adecuada y fiable. A continuación debe pasarse a la intervención preventiva. Ésta, en el caso de las personas auxiliares de geriatría, debe agrupar las vertientes ergonómica y psicosocial. En este sentido, la intervención puede realizarse a tres niveles:

• Desarrollo de la tarea: modificar su ejercicio para reducir posturas forzadas, prevenir la fatiga, etc.

• Lugar y entorno de trabajo: mejorar los equipos y herramientas de trabajo, como proporcionar ayudas técnicas para la movilización y el traslado, sustituir las camas tradicionales por camas con motor, etc.

• Organización del trabajo: turnos, descansos, estructura jerárquica, etc.
Además, destacar la importancia de los exámenes de salud o reconocimientos médicos periódicos y la existencia de canales activos de participación del personal en las decisiones que se tomen sobre la organización del trabajo y el reparto de tareas en los centros.
Finalmente, la formación técnica del personal se presenta como un importante aliado en la Prevención de Riesgos Laborales, no sólo en la formación inicial, antes de empezar a desempeñar un trabajo, sino en sesiones "de recuerdo" y especialmente de entrenamiento periódico de habilidades relacionadas con el puesto de trabajo. Es lo que hemos dado en llamar "formación integrada"6.

Formación integrada

La formación integrada fomenta la incorporación de prácticas de prevención de trastornos musculoesqueléticos en el aprendizaje técnico por cualquiera de los métodos empleados en la actualidad. Esas prácticas incluyen tres bloques de contenidos:

Transmisión de la importancia de la higiene postural diaria en la prevención de los trastornos musculoesqueléticos

La higiene postural y la ergonomía son eficaces para prevenir los dolores de espalda, ya que tienen la finalidad de reducir la carga que esta parte del cuerpo soporta durante las actividades de la vida diaria.

Una misma actividad puede hacerse adoptando distintas posturas. La higiene postural y la ergonomía enseñan a hacer todo tipo de actividades de la forma más segura y menos pesada para la espalda. Tanto la manipulación de cargas (MMC) como la manipulación de personas (MMP) requieren la observación de una serie de normas básicas con cuyo ejercicio se pretende obtener el máximo rendimiento del cuerpo con un esfuerzo mínimo.
Las normas que se enumeran a continuación se basan en las leyes del movimiento mecánico del sistema osteomuscular humano (leyes de la biomecánica), y se aplican tanto a las actividades que desarrollamos durante nuestro horario laboral como en la vida cotidiana:

• Mantener la espalda recta (uso correcto de la columna).

• Tener una buena base de sustentación (pies separados, uno en la dirección del movimiento).

• Realizar el esfuerzo con la fuerza de las piernas (flexión) y la inercia del propio cuerpo.

• Movilizar la carga próxima al cuerpo (centro de gravedad).

• No realizar giros de tronco, sino basculación de la pelvis (mover la cadera para desplazar la carga de forma lineal).

La implementación de protocolos que incluyan buenas prácticas de higiene postural

Las operaciones más frecuentes en las residencias de personas mayores pueden clasificarse en dos ámbitos:

• Transferencias.

• Movilizaciones7.

Las transferencias y las movilizaciones son aquellos actos realizados por los profesionales de residencias de personas mayores sobre personas residentes:

• El traslado de la persona residente de un sitio a otro, para que ésta lleve a cabo acciones de la vida diaria (levantarse de la cama, sentarse en una silla, ir la baño) y que no puede realizar sola por razón de su incapacidad o dependencia.

• Los cambios posturales, desplazamientos cuya finalidad es permitir las curas en la zona del cuerpo del residente que se encuentra en cama, o poner y quitar objetos debajo del cuerpo de la persona que está en cama: sábanas, cuñas, pañales, etc.

• La ayuda al residente a levantarse del suelo, en caso de caída, o levantarse de una silla.

• El enderezamiento, o acción de colocar al residente en una posición correcta: si ha resbalado en la cama y ha ido a parar del cabezal a los pies, o si, encontrándose sentado, ha ido resbalando hasta encontrarse en el borde del asiento con riesgo de caída.

• El acompañamiento a la deambulación, operación profesional clasificada entre las actividades "de verticalización", y que consiste en prestar ayuda para caminar a la persona residente, de modo que ésta tenga una clara percepción de facilidad, seguridad, dignidad y relativa independencia.

Son operaciones que se realizan diariamente en los centros residenciales. Para los profesionales de la asistencia geriátrica supone, en primer lugar, una elevada repetitividad de movimientos (puede llegar a más de cien movimientos repetitivos en un día), y en segundo lugar, el mantenimiento continuado de posturas forzadas. Ambos factores, conjugados, son los responsables de la mayoría de lesiones por sobreesfuerzo.

Basándonos en los principios lógicos del estudio de la biomecánica humana y en las diferentes técnicas asistenciales y rehabilitadoras existentes, los protocolos estandarizan las actuaciones constitutivas de cada transferencia o movilización. La finalidad de su elaboración es:

• Evitar, en la medida de lo posible, las posturas forzadas.

• Minimizar el impacto de los movimientos repetitivos.

• Economizar el esfuerzo físico.

• Fomentar la comunicación trabajador-residente.

• Hacer que la transferencia o la movilización constituya un movimiento lo más normal posible para la persona residente.

Estas operaciones se realizan con personas cuyo grado de dependencia es medio o bajo. La determinación del grado de dependencia viene dado por el nivel de ayuda requerido: las personas con baja dependencia requieren algún incentivo para andar, ponerse de pie, etc., pero no requieren de la ayuda física del auxiliar geriátrico en un porcentaje superior al 25%. Las personas con dependencia media, también llamadas parcialmente asistidas, requieren un porcentaje de ayuda física que oscila entre el 25 y el 50%. Ello depende del grado de cooperación (voluntaria o no) en la movilización o transferencia.

Entrenamiento en el uso de ayudas técnicas

Las ayudas técnicas son instrumentos (aparatos, equipos) que permiten a las personas usuarias o residentes la realización de acciones cotidianas que, de otro modo, serían de muy difícil ejecución. En las residencias de personas mayores, las ayudas técnicas constituyen un instrumento importantísimo para facilitar las tareas diarias al personal de atención directa.

Hay que tener en cuenta que las ayudas técnicas son válidas para determinados tipos de asistencia y para tipos concretos de usuarios. Siempre que sea posible, debe incentivarse la movilidad de la persona residente, y fomentar su independencia, pero en aquellos casos en que los profesionales (fisioterapeuta, médico, terapeuta ocupacional) lo aconsejen, es necesario recurrir a las ayudas técnicas. Por norma general, éstas están indicadas en los casos siguientes:

• Residentes no colaboradores, especialmente aquellos que no puedan colaborar con el/la auxiliar. En aquellos casos en que no quieran colaborar, debe incentivarse al máximo su cooperación, pero, para no incurrir en riesgo de lesiones, es mejor recurrir a algún tipo de ayuda técnica.

• Residentes con problemas de movilidad, como Parkinson, artrosis, hemiplejías, etc.

• Grandes movilizaciones: personas bariátricas, personas encamadas, etc.

Las ayudas técnicas más usuales para la movilización y transferencia son las grúas. En ocasiones puede parecer que trasladar al residente a pie o en silla de ruedas es más rápido que hacerlo en grúa, pero si el/la auxiliar se entrena en su uso, pronto notará que se cansa menos y su espalda no padece por el sobreesfuerzo al que es sometida.

Actualmente, las grúas de las residencias de personas mayores son móviles (con ruedas), eléctricas (con batería) y disponen de un número variable de accesorios (cinchas, arneses) aptos para los distintos usos.

Para transferencias y movilizaciones se usan dos tipos de grúas: de elevación y de bipedestación.

Conclusiones

Como se ha visto a lo largo de las páginas anteriores, para abordar la prevención de los trastornos musculoesqueléticos en el colectivo de auxiliares de geriatría, se requiere incidir sobre diversos factores asociados al lugar de trabajo.

La consecución de este objetivo pasa por la implementación de actuaciones que requieren la implicación de diversos estamentos y agentes relacionados con el trabajo. Los responsables de las instituciones residenciales (sean públicas o privadas), las administraciones públicas, desde el punto de vista laboral y preventivo, los agentes sociales y, evidentemente, el propio colectivo afectado, deben colaborar activamente entre sí, para lograr, mediante el diseño de las estrategias adecuadas, la disminución del impacto de los trastornos musculoesqueléticos de origen laboral en este colectivo y, por ende, contribuir a la mejora de su calidad de vida.


1 Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (2001): "Buenas prácticas en seguridad y salud online para el sector de la atención sanitaria", FACTS, núm. 29 (http://osha.europa.eu).

2 Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales-Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (2007): VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, www.mtas.es/insh/encuesta

3 Los datos, amablemente proporcionados por el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Departament d'Acció Social i Ciutadania, corresponden al año 2006.

4 Consúltese http://osha.europa.eu/topics/msd

5 Fuente: Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Departament d'Acció Social i Ciutadania (Generalitat de Catalunya).

6 L. Simó-C. Pérez: "Estrategias formativas para la prevención del riesgo de lesión osteomuscular en el colectivo de auxiliares de geriatría", Riesgo Laboral. Revista profesional de prevención de riesgos laborales, nº 19 (noviembre 2007), pp.28-33.

7 Véase L. Simó et alia: Manual per a la prevenció del risc de lesió osteomuscular en residències de gent gran. Protocol de transferències i mobilitzacions (Departament d'Acció Social i Ciutadania, Barcelona, 2007), donde se recoge, de manera gráfica y abundancia de ejemplos, la protocolización de las operaciones más frecuentes en las residencias de ancianos.
Mª Lourdes Simó Goberna
Responsable Servicio de PRL
Departament Vicepresidència
(Generalitat de Catalunya)

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Riesgos Laborales en mujeres embarazadas

Riesgos Laborales en mujeres embarazadas

El embarazo no es una enfermedad, sino un estado biológico que comporta en la mujer importantes cambios físicos y psicológicos haciéndola especialmente sensible a una serie de riesgos que pueden tener lugar dentro del ámbito laboral.

Los derechos a la salud y a la protección de las trabajadoras embarazadas frente a los riesgos que pueden presentarse en los puestos de trabajo vienen recogidos en diferentes normativas (Directiva 92/85/CEE del consejo,…).

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales considera especialmente sensibles a las trabajadoras en situación de embarazo o lactancia, por ello, cabe extremar durante este periodo, la adaptación de todas las medidas preventivas existentes, para que las condiciones de trabajo sean las adecuadas.


Factores de riesgo en el embarazo
Los riesgos y los factores de riesgo en las mujeres embarazadas pueden deberse a la exposición a agentes químicos, físicos, biológicos, o a factores ergonómicos, psicosociales y/o de otros tipos.

A continuación se detallan los factores de riesgo que pueden afectar a las mujeres embarazadas:

Agentes químicos
Por lo que se refiere a los riesgos químicos, es preciso señalar que los límites de exposición profesional se fijan para un trabajador adulto en el entorno de trabajo y que, por lo tanto, debe informarse a las mujeres que trabajan con sustancias peligrosas sobre los riesgos adicionales que estas conllevan para el feto o el lactante.

Los agentes químicos pueden entrar en el cuerpo humano por diferentes vías: inhalación, ingestión, penetración o absorción cutánea.

Se indican a continuación los agentes químicos que pueden poner en peligro la salud de las embarazadas y de los niños aún no nacidos:

Aquellos en cuyas etiquetas figuren las siguientes frases "R" de riesgo. Están enumeradas en la Directiva 67/548/CEE y se etiquetan con las siguientes frases:

• R40: Posible riesgo de efectos irreversibles.
• R45: Puede causar cáncer.
• R46: Puede causar alteraciones genéticas hereditarias.
• R47: Puede causar malformaciones congénitas.
• R49: Puede causar cáncer por inhalación.
• R60: Puede perjudicar la fertilidad.
• R61: Riesgo durante el embarazo de defectos adversos para el feto.
• R62: Posible riesgo de perjudicar la fertilidad.
• R63: Posible riesgo de daño para el feto.
• R64: Puede perjudicar al recién nacido alimentado con leche materna.
• R68: Posibilidad de efectos irreversibles.

Medicamentos antimicóticos: Pueden alterar la información genética del esperma y óvulos; algunos pueden causar cáncer. La absorción se realiza por inhalación o a través de la piel.

Agentes químicos peligrosos de penetración cutánea: Se incluyen los pesticidas y disolventes entre otras sustancias.

Otros como Monóxido de Carbono, Plomo y sus derivados.

Agentes Físicos
Se consideran agentes causantes de lesiones al feto o desprendimiento de la placenta.

• Radiaciones ionizantes: La exposición a los rayos X y rayos gamma conllevan riesgos para el feto. La contaminación radiactiva inhalada o ingerida por la madre puede transmitirse a la leche.

• Radiación no ionizante: La exposición electromagnética, onda corta, soldadura de plásticos, vulcanización de adhesivos, pueden aumentar el riesgo para el feto y la embarazada.

• Ruido: No se deben superar valores de 80 Laeq dB (A), con nivel pico máximo de 135 DB (C). La utilización por la madre de equipos de protección individual no representa una protección para el feto.

• Temperaturas extremas: No deben estar expuestas a calor ni frío excesivo, ni a cambios bruscos de temperatura ya que pueden producir consecuencias negativas para el embarazo y la lactancia.

• Vibraciones o choques: La exposición prolongada a vibraciones puede producir un parto prematuro o de bajo peso. Los golpes violentos pueden producir aborto.

Agentes biológicos
Clasificación de los agentes biológicos según el riesgo:

• Agente biológico grupo 1: Es el agente con escasa probabilidad de causar enfermedad en el hombre.

• Agente biológico grupo 2: Es el que puede causar una enfermedad en el hombre y puede suponer un peligro para los trabajadores; es poco probable que se propague a la colectividad. Existen generalmente profilaxis o tratamientos eficaces.

• Agente biológico grupo 3: Es un agente que puede causar una enfermedad grave en el hombre y presenta un serio peligro para los trabajadores; existe el riesgo de que se propague a la colectividad. Existen generalmente profilaxis o tratamientos eficaces.

• Agente biológico grupo 4: Es un agente que causa una enfermedad grave en el hombre y supone un serio peligro para los trabajadores; existen muchas probabilidades de que se propague a la colectividad. No existen generalmente profilaxis o tratamientos eficaces.

Los agentes de los grupos 2, 3 y 4 pueden afectar al feto en caso de infección de la madre durante el embarazo.

• Virus:
- Hepatitis.
- Varizela-zoster.
- Sarampión.
- Rubeola.
- Paperas.
- Citomegalovirus.
- Otros organismos.

En algunos casos la trabajadora puede estar protegida frente a la infección (enfermedad pasada o vacunación).

Psicosociales y ergonómicos
Trabajo a turnos, horario nocturno y jornada de trabajo prolongada: pueden aumentar los riesgos de estrés en la mujer embarazada.

• Trabajo en solitario: Están más expuestas al riesgo que los demás o en caso que necesiten atención médica urgente.

Las demandas de trabajo (sobrecarga de trabajo, ritmo impuesto…): produce fatiga mental y física.

• Manipulación manual de cargas: Riesgo de lesión fetal y parto prematuro y cierto malestar en el periodo de lactancia.

Posturas forzadas, estáticas y desplazamientos: los problemas pueden surgir en diferentes fases del embarazo. Pueden contribuir a alteraciones vasculares y afecciones de ligamentos.

Otros
• Trabajos en altura: El uso de plataformas o escaleras puede resultar peligroso para las trabajadoras embarazadas.

Riesgo de infección del riñón como resultado de instalaciones sanitarias poco adecuadas.

Ausencia de zonas de descanso.

Peligros derivados de instalaciones poco apropiadas.


Protocolo de actuación
Se debe proceder a una evaluación de riesgos específica tras conocer que una trabajadora está embarazada y adoptar las medidas necesarias a fin de evitar toda exposición que pueda dañar su salud o la de su hijo durante la gestación.

El Protocolo de actuación ante la notificación del embarazo por parte de la trabajadora incluye:

• Identificar peligros: tanto los relativos a agentes físicos, químicos y biológicos como a las condiciones de trabajo en general.

• Identificar a las trabajadoras expuestas: esto puede presentar dificultades de difícil solución, tanto porque la propia mujer puede no saber que está embarazada en las primeras semanas, como por reticencias a la hora de informar al empresario.

• Evaluación cuantitativa y cualitativa de los riesgos: debe ser realizada por personal competente y tener en cuenta la información facilitada por la propia trabajadora o sus consejeros, así como que los riesgos pueden variar en función de si la trabajadora está embarazada, ha dado a luz recientemente o está en período de lactancia.

Los riesgos detectados deben ser objeto de una minuciosa información tanto para las trabajadoras afectadas como para el conjunto de los trabajadores y sus representantes, se deben adoptar las medidas necesarias para eliminarlos o reducirlos.

Desde el momento en que se detecten riesgos de este tipo, el empresario debería advertir a las mujeres sobre la importancia de una detección precoz de su posible embarazo.


Medidas preventivas
Higiénico-Posturales
• No ponerse en contacto con sustancias tóxicas, radiaciones o gérmenes.

• No subir a escaleras.

• No alcanzar objetos situados en estanterías altas.

• No trabajar excesivas horas sentado en una mesa.

• No coger cosas del suelo.

• No permanecer de pie.

• Utilizar posturas adecuadas en el manejo de pesos y al realizar tareas de la casa (planchar, llevar la compra, fregar el suelo, etc.).

• Enseñar a las personas a adoptar una postura correcta y evitar posturas forzadas o extremas al realizar la tarea, así como enseñar a manejar las cargas de una forma correcta.

• Hay que comer sano y equilibrado y procurar no excederse en el peso.

• No fumar.

Organizativas y diseño del puesto
Es necesario poder adaptar el puesto de trabajo a la persona, especialmente en el caso de la mujer embarazada en la que se dan grandes cambios de necesidad de espacio, alcances, cambios posturales, etc.

Se debe eliminar o reducir en lo posible la carga de trabajo.

Hay que disminuir el tiempo de exposición a trabajos pesados y aumentar el número de pausas.

Es aconsejable que la mujer embarazada pueda cambiar de posición con cierta frecuencia.

En caso de que la persona tenga distribuidas las tareas en distintos puestos o plantas en un edificio, se intentará ubicar, siempre que sea posible, todas las tareas en una sola planta y puesto, evitando desplazamientos innecesarios.

Hay que informar a las trabajadoras de los posibles factores de riesgo existentes en sus puestos de trabajo.

Se debe informar de las medidas legales que existen a las que se puede acoger la mujer embarazada.

Ya que el trabajo nocturno y a turno es un agravante de la carga de trabajo, es recomendable su reducción o, incluso, la supresión del mismo, en caso necesario.

Información y formación
Las trabajadoras deberán recibir la formación e información correspondiente acerca de los riesgos específicos que afecten a su actividad y de las medidas de prevención y protección adecuadas.




sábado, 22 de agosto de 2009

LESIONES EN LAS MANOS

LESIONES EN LAS MANOS

Nuestras manos son el instrumento más valioso para la actividad cotidiana y nexo de unión entre nosotros y el entorno. En las lesiones laborales, la extremidad superior, y más concretamente la mano, supone una alta incidencia en lesiones debido a que la gran mayoría de tareas pasan por nuestras manos y, como resultado, es la localización donde se asientan la mayoría de los accidentes suponiendo un tercio de las lesiones laborales, una cuarta parte de las bajas laborales y una quinta parte de las incapacidades (1).

Debido a la morbilidad (daños) que supone este tipo de lesiones y al gasto que conlleva a las empresas es motivo fundamental para conocer y prevenir el traumatismo en las manos.

Tipos de lesiones

Según los trabajos publicados, y en nuestra experiencia, se observa que las lesiones relacionadas con el trabajo afectan más a hombres jóvenes -la media de edad de los pacientes que sufren lesiones en mano es de 33 años-, siendo los mecanismos de lesión más frecuentes la hiperextensión (20%), el corte con objeto afilado (15%), las caídas (12%) y el golpe con un objeto (10%). El mecanismo de lesión que determina el ingreso en el hospital incluye contusión importante contra un objeto (20%), lesiones de tráfico (19%), caída (20%) y maquinaria (15%).

La lesión en mano supone una media de 20 días de baja laboral, variando estas cifras en función de la lesión producida.


Figura 1- A y B) Lesión en pulpejo con pérdida de porción distal de dedo índice. C) Lesión en dorso de mano con pérdida de sustancia.

Desde el punto de vista clínico, las lesiones con más incidencia en los servicios de urgencias son los cortes, fracturas y atrapamientos o aplastamientos por maquinaria en la porción distal de los dedos (fig. 1).

Las causas que condicionan este tipo de lesiones están relacionadas con el tipo de labor desempeñada. Las causas son tan diversas como instrumentos empleados en la actividad laboral de manera que ningún gremio está exento de sufrir accidentes laborales, siendo una adecuada instrucción en prevención de riesgos laborales la medida de salud más óptima para poder evitarlos. Es frecuente que los trabajadores de la madera tengan varias lesiones que contar y algunos presumen de su historial.

El mecanismo de lesión vendrá determinado por el instrumental utilizado en la actividad laboral; por ello, como el material empleado para cortar son sierras o cizallas, conllevarán heridas incisas más o menos profundas en función de la intensidad del corte. La maquinaria que utiliza engranajes para su funcionamiento provoca arrancamientos y fracturas asociadas y las prensas provocan graves lesiones por aplastamiento de miembros. Es por tanto de especial relevancia conocer el mecanismo de lesión y el tipo de instrumental causante, puesto que son factores pronósticos en el tratamiento y en la evolución del paciente.


Figura 2. A y B) Amputación de brazo a nivel de tercio proximal de húmero.. C) Reimplante de miembro durante el proceso de sutura de las estructuras lesionadas y osteosíntesis con placa de la fractura humeral.

Las distintas lesiones que sufre la mano en el ámbito laboral se clasifican en heridas incisas, heridas contusas e inciso-contusas. Los parámetros más importantes a valorar en este tipo de lesiones son el tiempo transcurrido desde la lesión, el medio en el que se ha realizado, la presencia de lesiones asociadas y el instrumental causante de la lesión.

Si bien es cierto que todos los parámetros mencionados marcan el pronóstico de la lesión son el tiempo transcurrido y la causa de la lesión los más relevantes. Respecto al primer punto, el tiempo marca la pauta a seguir. En las heridas incisas con más de 6 horas de evolución no se realiza un cierre primario por considerarlas contaminadas y deberán cerrarse por segunda intención, es decir, a los pocos días. Los tejidos pueden mantenerse sin circulación (caso de las amputaciones) alrededor de 6 horas en regiones proximales del miembro superior (tiempo de isquemia caliente) y hasta 12 horas si se mantiene en frío el tejido (tiempo de isquemia frío). En el caso de los dedos, estos tiempos aumentan a las 12 horas (tiempo de isquemia caliente) y hasta 24 horas en tiempos de isquemia fría. Si respetamos esas indicaciones cabe la posibilidad del reimplante del tejido, como el observado en la figura 2.

Las fracturas de la extremidad distal del radio (muñeca) son lesiones de alta incidencia en el ámbito laboral asociándose a lesiones en estructuras vecinas, sobre todo en pacientes jóvenes donde el traumatismo habitualmente es de alto nivel de energía. Existen tres tipos de lesión asociada: 1) fractura de los huesos carpianos, 2) lesiones de los ligamentos carpianos y 3) lesiones de partes blandas (2).


Figura 3: Lesión por inyección de cemento a alta presión en la mano de un trabajador.

Mención especial por su gravedad son las lesiones producidas por sistemas de alta presión, como el cemento y la pintura, dado que la alta energía con la que penetran en los tejidos y el tiempo en el que está en contacto el material -son factores de riesgo para la necrosis de estos (3).


Figura 4. Amputación de mano a nivel de metacarpianos. Se ha revascularizado el pulgar y se continua con los dedos largos -se puede observar en la radiografía la fijación de los huesos en este reimplante-

Tratamiento

El tratamiento varía en función del tipo de lesión, siendo necesario cumplir las siguientes pautas básicas para evitar infecciones o diversas complicaciones: valorar lesión o lesiones concomitantes de vasos o nervios, limpieza exhaustiva con suero fisiológico del foco de lesión y cobertura antibiótica, osteosíntesis en caso de fractura y cierre primario en el caso de lesiones incisas, reparación de estructuras vasculares, nerviosas o tendinosas y obtener una correcta cobertura cutánea.

El tratamiento respecto al reimplante supone aplicar todos los conceptos antes mencionados en un mismo tiempo quirúrgico para obtener un éxito terapéutico dada la complejidad de la lesión, ya que se combinan en muchas ocasiones lesiones tendinosas, vasculares, óseas y de partes blandas.

Prevención

Dada la alta incidencia de lesiones en mano, la prevención de riesgos laborales es un elemento imprescindible para reducir la alta siniestralidad en el trabajo. La prevención ha de realizarse desde diversos ámbitos, comenzando por mantener un correcto puesto laboral e instrumental y contar con unos sistemas de seguridad pasivos y activos adecuados.

La instrucción en el correcto empleo de las manos durante el trabajo, la adecuación de la actividad laboral del trabajador a sus condiciones físicas y psíquicas y el entrenamiento en medidas de seguridad son medidas imprescindibles para reducir la incidencia de accidentes laborales.

En diversos estudios revisados, observamos la existencia de factores determinantes en la siniestralidad laboral. El bajo grado de experiencia laboral, el estrés laboral, las bajas medidas de seguridad, la edad inferior a 33 años, la insatisfacción laboral, las alteraciones en el sueño, el tabaquismo y/o ingerir bebidas alcohólicas en horas de trabajo y el grado de actividad física son factores que condicionan la aparición de lesiones en el ámbito laboral (4,5).

Es, por tanto, de especial relevancia tomar medidas oportunas para reducir la incidencia de este tipo de lesiones y la herramienta más eficaz es la formación en prevención de riesgos laborales.

Bibliografía

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Dr. Santiago Amillo, dpto. de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universitaria de Navarra, y Dr. Luis Mª Romero, dpto. de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universitaria de Navarra

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