ir a pagina principal apessla

sábado, 22 de agosto de 2009

PREVENCIÓN EN CATÁSTROFES: CÓMO ELEGIR LOS EPI ADECUADOS

PREVENCIÓN EN CATÁSTROFES: CÓMO ELEGIR LOS EPI ADECUADOS

El sector de la protección laboral está enfrentándose en los últimos años a unos retos que exceden los que puede plantear un entorno más o menos controlado como es el ámbito laboral. Por una parte, los estragos del cambio climático en forma de inundaciones y violentos huracanes se suman a otros factores naturales como terremotos y erupciones volcánicas; por otra, la acción humana –escapes de gas, derrames de crudo, incendios– se ha visto incrementada por actos terroristas a gran escala. La magnitud y la cada vez mayor frecuencia de estos desastres hace necesario reflexionar sobre los mejores medios para evitar daños a las personas que trabajan para paliar sus efectos.

La "tos del Katrina", originada por respirar moho, es uno de los casos en los que una protección ineficaz ha causado problemas de salud a los operarios. De modo similar, tras el 11-S, alrededor del 70% de los equipos de rescate padecían problemas pulmonares pasado el tiempo. Unos 40.000 operarios estuvieron expuestos a gases cargados de níquel, titanio y cadmio, y de hecho, parte de ellos demandaron a la ciudad de Nueva York por haber sufrido casos de cáncer y sinusitis.
Las emergencias pueden estallar en cualquier momento y requieren una preparación tan profunda como si se hubieran ensayado durante años. Incluso el personal cualificado, como bomberos y médicos, puede verse sobrepasados por las circunstancias, y por supuesto los voluntarios que van a echar una mano. Por ello, es esencial tener claras las medidas que hay que tomar.

Valorar los riesgos


Lo primero tras estallar una emergencia es valorar la probabilidad de cada uno de los riesgos que pueden encontrarse los equipos de rescate y las consecuencias de su exposición para elegir los equipos de protección individual (EPI) apropiados.

Por poner un ejemplo, en el caso de una inundación podemos encontrar peligros como los siguientes:
➠ El desbordamiento de alcantarillas arrastra productos químicos domésticos e industriales, bacterias y virus procedentes de restos humanos.
➠ Las inundaciones próximas a polígonos industriales provocan que el agua se contamine con productos químicos.
➠ El contacto con agua estancada causa síntomas como dolor de estómago, fiebre, vómitos y diarrea causada por bacterias.
➠ Los cables caídos pueden electrificar objetos metálicos como vallas y escaleras y causar así electrocuciones y quemaduras si no se usan EPI adecuados, del casco a las botas.
Además, las situaciones de emergencia son inestables. Esto quiere decir que en un primer momento los operarios se exponen a riesgos de naturaleza desconocida, luego estos se encuentran más definidos y a medida que pasa el tiempo y comienzan las tareas de reconstrucción, su tipología y su gravedad cambian. Por este motivo, debemos mantener una actitud alerta todo el tiempo y, si es necesario, consultar al fabricante para requerir datos adicionales.

Instruir al personal


Muchas de las personas que colaboran en la asistencia en casos de desastres son empleados a tiempo parcial y voluntarios que carecen de experiencia o tienen diferentes grados de conocimiento. Por ello, hay que explicar con detalle cómo utilizar correctamente los equipos.

A esto se le añade otra dificultad característica de las situaciones de emergencia: la disponibilidad de tallas. En la medida de lo posible, hay que cuidar de que cada persona reciba un equipo adecuado, ya que si se sienten incómodos se lo quitarán o lo modificarán de modo que repercutirá en su nivel de protección. Zonas de ropa como los codos, las rodillas y la entrepierna pueden desgarrarse con facilidad, por lo que los buzos no deben quedar demasiado ajustados en esos puntos.

Escoger la indumentaria adecuada


Los operarios deben llevar manga larga y pantalón largo, botas, protección ocular y casco. En general, es preferible utilizar ropa desechable para evitar propagar infecciones.

En la elección del buzo, hay que tener en cuenta el tamaño de las partículas potencialmente peligrosas para elegir la indumentaria con la porosidad adecuada. Por ejemplo, cuando los riesgos son líquidos contaminados se utilizará un buzo de tipo 3 (EN14605), si el peligro son salpicaduras químicas habrá que elegir uno de tipo 6 (EN13034), para partículas radiactivas un EN1073-2, para riesgos biológicos un EN1426…

Aparte, conviene tener en cuenta una serie de recomendaciones:
➠ Los buzos con capucha integral, usados conjuntamente con botas con calcetín, son los más eficaces para prevenir el contacto con líquidos.
➠ Las costuras con tapa mejoran la protección.
➠ Una capa intermedia transpirable microporosa atenúa los efectos del estrés por calor, que puede causar desmayos o reducir el rendimiento de los operarios. Los síntomas son erupciones, calambres, cansancio y golpe de calor.
➠ Para evitar el estrés causado por el frío, hay que llevar diversas capas de ropa cortavientos e impermeables, y hay que cambiarse enseguida después de que se termine de trabajar. Los síntomas son dolor e insensibilidad en las extremidades, fatiga excesiva, escalofríos, somnolencia e irritabilidad. Se aconseja trabajar acompañado para detectar estos síntomas en el compañero.
➠ El calzado también debe ofrecer una protección acorde con la del buzo utilizado (impermeabilidad, protección contra cortes…).

Proteger la cara


La protección respiratoria también debe ser adecuada a los riesgos. Recientemente se ha conocido que dos años después del hundimiento del Prestige –ocurrido en 2002–, los pescadores que habían colaborado en las labores de limpieza aún sufrían de toses, expectoraciones crónicas, problemas respiratorios nocturnos y goteo nasal. Las mascarillas que usaron suavizaron los efectos de la contaminación, pero no los evitaron por completo.

La norma EN149:2001 define la capacidad de filtro de las mascarillas –por ejemplo, un FFP3 filtra el 99% de las partículas líquidas y sólidas– y también requiere la superación del test de carga de 120 mg. para garantizar el rendimiento con alta densidad de partículas. En función de la gravedad de los riesgos, habrá que elegir un grado de protección u otro y con determinadas prestaciones. Por ejemplo, las mascarillas con una capa de carbón activado filtran los vapores orgánicos y las que llevan válvula facilitan la respiración del trabajador. Lo que no debemos utilizar nunca en atmósferas peligrosas son mascarillas de una sola goma, como las utilizadas en casos de alergia al polen.

La protección respiratoria es una de las más delicadas, ya que según la naturaleza de la catástrofe puede exigir cambios continuos. Por ejemplo, en un primer momento puede ser necesaria una protección contra gases y en los días sucesivos, según van avanzando las actividades de desescombro, cambiar a un producto que proteja de la exposición al polvo generada por las operaciones de demolición y soldadura.

Además, las mascarillas son necesarias en multitud de casos y no sólo en los más obvios como los incendios. Por ejemplo, en casos de inundaciones, es necesario protegerse del moho con mascarillas y con gafas cerradas. Las gafas cerradas son más recomendables que las de seguridad cuando hay abundancia de partículas en el ambiente porque evitan que las partículas transportadas por el aire alcancen los ojos.

En otros casos, como el riesgo de salpicaduras de fluidos corporales y materias fecales, puede usarse una máscara de cara completa o una combinación de mascarilla y protección ocular (preferiblemente gafas cerradas con ventilación indirecta frente a gafas de seguridad).

Resguardar las manos de cortes e infecciones


También hay que escoger los guantes según los riesgos que se estimen. Esto no siempre es fácil: a veces hay que prevenir cortes causados por escombros o fragmentos de hueso y al mismo tiempo evitar el contacto con restos humanos o animales y materiales fecales, como sucede en casos de riadas. Para ello, puede ser aconsejable usar dos guantes, uno para tareas pesadas y otro impermeable por debajo.

La protección de las manos es vital, ya que los desechos cortantes pueden causar heridas y éstas infectarse, y provocar tétanos si entran en contacto con líquidos contaminados. Además, la sangre y los tejidos y fluidos corporales son una fuente potencial de enfermedades que incluyen la hepatitis B y C y el VIH. La infección puede producirse por cortes, a través de mucosas (ojo, nariz, boca) y piel con problemas de erupciones y abrasiones. Por esta razón, los cortes o heridas deben cubrirse con vendajes y protegerse con guantes impermeables, como los de nitrilo.

La norma EN374 establece los criterios de salpicaduras y permeación de doce productos químicos; los números presentes en el símbolo señalan el nivel de protección. La EN388 valora la resistencia a factores mecánicos (abrasión, corte, desgarro y punción) y en función de la evaluación de riesgos –levantar escombros, por ejemplo– habrá que elegir un modelo u otro.

Además, un uso correcto de los guantes implica considerar los siguientes factores:
➠ Si es factible, deben evitarse los guantes de látex dado que su uso puede desarrollar alergias; en su lugar, puede usarse el nitrilo.
➠ En condiciones de humedad y calor, un forro de algodón ayuda a prevenir dermatitis y erupciones cutáneas.
➠ Los guantes no desechables deben limpiarse con agua limpia y jabón y secarse entre un uso y otro.
➠ Al quitarse guantes contaminados, hay que cuidar de evitar salpicaduras a la cara de otras personas o a la piel. También deben lavarse las manos con jabón o con un limpiador de base alcohólica inmediatamente después.

Descontaminar los equipos


Para descontaminar y quitarse los EPI, hay que empezar con los equipos más contaminados y no retirar la protección respiratoria hasta que el resto de la indumentaria se haya dejado en lugar aparte. Posteriormente, debemos lavarnos las partes del cuerpo que antes estaban cubiertas por los equipos.

Las manos son una fuente de propagación de infecciones. Así, hay que mantener una buena higiene para evitar la transmisión de diarreas y otras enfermedades causadas por sustancias fecales que puedan haberse tocado, por lo que hay que lavárselas con agua y jabón o con un limpiador de base alcohólica inmediatamente después de quitarse los guantes.

En todos los casos, debemos recurrir a la supervisión de expertos y la consulta al fabricante cuando sea necesario para evitar males que hoy en día pueden prevenirse con la elección correcta de EPI.

Lorraine Griffith. Responsable de Marketing de Kimberly-Clark Professional

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar este blog

Seguidores